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País libre, ciudadanos esclavos de la tecnología.

¿Acaso seguimos siendo esclavos?
Hace ya casi dos siglos, una noche como esta, el mexicano lucho por una independencia hacia una libertad que hasta este momento no ha concluido.
Ya no somos esclavos de España, hoy nos entregamos a una esclavitud tecnológica que lejos de ser una puerta hacia áreas del conocimiento nos introducimos en ella, en busca de una felicidad efímera dejando la mayor parte de nuestro salario en sucursales de préstamos, tiendas departamentales, de crédito trabajando y adquiriendo para la demanda de una sociedad insatisfecha; como si compráramos para obtener un “valor como individuo”.
¿Qué estamos cubriendo en realidad? En nuestras emociones se encuentra un deseo de aniquilar ese vacío que equivocadamente lo interpretamos como una necesidad que después de adquirida y saciada se vuelve en una angustia, una ansiedad, una culpa es decir en un malestar emocional, ocasionando a nosotros mismos un caos en el estado anímico y seguimos siendo esclavos; ahora no solo del cuerpo sino de pensamiento, de deseo y de la acción.
Este deseo que aparece por donde quiera es el causante de la necesidad de incluirse en un grupo social por lo cual se considera válido el hecho de introducir un método tecnológico o una adquisición para sentirse parte aprobada de un grupo social, aunque no funcional para sí mismo. Una persona que mantiene contacto social físico constante genera una autoestima positiva mientras que una persona que mantiene un contacto tecnológico con otro sujeto disminuye esa atención a la autoestima y se enfoca a satisfacer el deseo del otro.
En la antigüedad los griegos hablaban de una dialéctica es decir una serie de preguntas y respuestas generando mayor conocimiento para acercarse a la verdad esta confrontación de pensamientos de la cual nos hablaba Aristóteles hoy en día la anula la esclavitud tecnológica ya que esta consiste en que las ideas metidas en nuestra mente no requieren de una retórica ni de una comprobación solo son implantadas en nuestro cerebro, estas que sin fundamento las tomamos como propias y no profundizamos en si son, o se acercan a una verdad o quizá estén muy lejos de ella .
¿Hasta cuándo dejaremos esa esclavitud que inicia en la mente y se apodera de nuestro existir?

 “EL VERDADERO PROGRESO SOCIAL NO CONSISTE EN AUMENTAR LAS NECESIDADES SINO REDUCIRLAS VOLUNTARIAMENTE PERO PARA ESO HACE FALTA SER HUMILDES». MAHATMA GANDHI

Psic. Jesús Gayosso
Dulce María Rivera

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