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Los libros de texto y la educación en Tulancingo en la pluma de don Francisco Ortega.

Por Marco Antonio Mendoza Bustamante

Francisco Ortega, nació en la Ciudad de México el 13 de abril de 1793, sus padres fueron don José Ortega y doña Gertrudis Martínez Navarro, de quienes quedó huérfano en su niñez, por lo que fue criado por su padrino el Dr. José Nicolás Maniau y bajo la supervisión de Manuela Arindero, una mujer culta y aficionada a las letras.

En 1823 fundó la Academia de Bellas Letras en Puebla, gracias a su vocación didáctica.

Estudió latín, filosofía, y principios de derecho civil y canónico en el Seminario Palafoxiano de Puebla, y en el Seminario de la ciudad de México, en 1814, practicó jurisprudencia con don Manuel de la Peña y Peña.

Su poema La Venida del Espíritu Santo, le hizo merecedor de varios reconocimientos, como en el certamen de 1816 en honor a los jesuitas y en las tertulias del doctor Luis Montaña, publicando en el Noticioso General del 26 de mayo de 1817, en donde firmaba como F. Argote.

En 1816 entró a la Casa de Moneda como meritorio y al año siguiente, ya era amanuense de la escribanía, en 1819 empleado de la fundición y por último vanguardista.

En 1822 fungió como diputado electo al primer Congreso Nacional, en donde se opuso tajantemente al gobierno de Iturbide y dio a conocer sus ideas republicanas, editando el rotativo liberal, El Federalista.

Desde octubre de 1824 hasta el año de 1833, se desempeñó en la prefectura política de Tulancingo, en el actual estado de Hidalgo, donde escribió la estadística del distrito y se hizo apreciar por la gente, por su buena conducta y el empeño que tomó para lograr que se atenuasen los odios políticos.

De 1830 a 1833, fue diputado local por el Estado de México, y editor en jefe del El Reformador, órgano oficial del Congreso Estatal. En 1839 publicó Poesías, donde recopilaba toda su obra literaria de ese mismo año.

En 1843 publicó Prosodia española, extractada de las lecciones de don Mariano José Sicilia, para uso en la escuela pública de Tulancingo. En nuestra ciudad se abocó a la tarea de promover los buenos modales lingüísticos, pues Luis G. Urbina lo describía como “el más pulido y cuidadoso versificador de su tiempo”, por evitar los errores comunes en aquellos tiempos.

Miembro fundador de la Academia de la Lengua; en 1833 fue subdirector del Instituto de Ciencias Ideológicas y Humanidades, amigo de Guillermo Prieto e Ignacio Rodríguez, su ideología y colegio pasaron por la Academia de San Juan de Letrán hasta el Ateneo Mexicano.

Del libro Lecciones elementales de ortología y prosodia de 1832, con más de 242 y 222 páginas en cada uno de sus dos tomos, publicó la obra titulada Prosodia Española, con el propósito de utilizarse en la instrucción pública de Tulancingo, reduciendo el extenso libro original a un solo volumen de 94 hojas, que medía apenas 15 centímetros, además versificó las lecciones para hacerlas más amenas, lo cual facilitó su memorización para los estudiantes.

Entre sus obras más destacadas publicadas se encuentran: Varios opúsculos políticos, Apéndice a la Historia Antigua de México de D. Mariano Veytia, Memorias sobre los medios de desterrar la embriaguez, Prosodia española en verso, Colección de Poesías originales y traducidas, Cacamatzin drama original tomado de la historia antigua de México y Los misterios de la Imprenta.

De la oda titulada Aniversario de Tampico, podemos testificar lo pulcro de su verso y lo exacto de su sintaxis al escribir, y comparto parte de sus versos:

“Es hoy, Tampico ilustre, celebrada

Oyó de Anáhuac con feroz sonrisa

Las quiebras del hispano,

Y de ser nuevamente su tirano

La esperanza fantástica divisa.

Ya se alistan sus fuertes batallones,

Y en el mar espumoso ya flamean,

Rizados por el viento, sus pendones”

 

Fue senador y en 1843, formó parte del comité redactor de las Bases Orgánicas. Murió en la Ciudad de México el 11 de marzo de 1849.  

Aunque no se puede medir el número de generaciones influenciadas por la pluma de Ortega, sí es importante resaltar el impacto que tuvo en la educación pública de ese tiempo, no solo en Tulancingo, sino también en la Ciudad de México y otros estados de la república.