Virgen de Fátima en Santiago Tulantepec
Muchas historias se han contado acerca de las apariciones de la Virgen María y sus advocaciones, a lo largo de la historia de la humanidad, en diferentes lugares del planeta; pero pocas han despertado el fervor de millones de personas como la Virgen de Fátima, ocurrida en 1917 en Portugal, historia que se repetiría en un pequeño poblado de México, en 1962.
El domingo 13 de mayo de 1917, tres niños que eran pastores portugueses, Lucía dos Santos, de 10 años, y sus primos, Jacinta y Francisco Marto, de 6 y 9 años respectivamente, fueron a pastorear sus ovejas como de costumbre, a un lugar conocido como Cova da Iria, cerca de su pueblo natal, Fátima, en Portugal. Lucía describió haber visto, en una encina, a una mujer “más brillante que el sol”, vestida de blanco, con un manto con bordes dorados y con un rosario en las manos, que les pidió que retornaran el mismo día y a la misma hora durante cinco meses consecutivos, encomendándoles el rezo del rosario.
Los niños informaron más apariciones que tuvieron lugar el día 13 de los meses de junio y julio. Desde la segunda aparición en junio, declararon que se les habría anunciado las prontas muertes de Jacinta y Francisco, las que de hecho sucedieron en menos de tres años.
En posteriores retornos los niños fueron seguidos por miles de personas que se concentraban en el lugar. Entre las recomendaciones, según los testimonios de los niños, la Virgen hizo hincapié en la importancia del rezo del Rosario. La Virgen también habría pedido la construcción de una capilla en el lugar, sobre la que actualmente yace un santuario.
Según los escritos de Lucía, la última aparición de la Virgen, a los tres pastorcitos, ocurrió el 13 de octubre de 1917; día en que se produjo el llamado “milagro del sol”, presenciado por 70 mil personas, entre ellos periodistas, que quedaron sorprendidos ante el acontecimiento.
45 años después, la historia se repetiría en México en lo que actualmente es llamada la Colonia Alta Luz, en el municipio de Santiago Tulantepec, del estado de Hidalgo; en la mañana del 8 de febrero de 1962, Jorge León Hernández, un niño de 13 años, se encontraba cazando conejos desde la madrugada, para llevar de comer a su casa. Cerca de las 8 de la mañana Jorge no había logrado cazar un solo conejo, hasta que logró ver uno a lo alto de la colina, corrió de inmediato para cazarlo con su flecha y sus perros.
El conejo escapó y se ocultó bajo nopales y arbustos, que en ese entonces abundaban a lo alto de las colinas del lugar. Jorge insistió y se tiró pecho tierra para lograr alcanzar al animal, y de repente se escuchó un fuerte estruendo. Él asegura que cuando se agachó, logró ver al conejito, cuando casi lo alcanzaba, una piedra tronó y se partió en dos. En ese momento vio la imagen de la Virgen de Fátima.
La figura de la Virgen de Fátima, se encuentra sobre una roca, es de color blanco y mide aproximadamente 25 cm. de alto; la imagen está de pie con sus manos juntas, de sus muñecas cuelgan 2 rosarios y está coronada por 12 estrellas.
Cuando llegó a su casa, Jorge le pidió a su papá que le prestara la carretilla para llevar una Virgencita que se había encontrado, su papá extrañado le dijo que no estuviera de mentiroso y le preguntó por qué pesaba tanto la virgencita, a lo que Jorge le dijo que estaba en una piedra muy pesada.
A la semana, Jorge León dio aviso a los dueños del terreno donde ocurrió la aparición, siendo estos quienes ordenaron limpiar el lugar y donaron el espacio para la creación de un templo dedicado a la Virgen de Fátima.
Posteriormente se hizo tradición festejar el día de la aparición de la Virgen de Fátima en Santiago Tulantepec y cada 8 de febrero se hace una fiesta, a la que asisten vecinos de todas las comunidades del municipio.
La imagen de la Virgen actualmente se encuentra en el mismo lugar, tiene un nicho donde la protegen de las inclemencias de la naturaleza y pese a que la imagen es poco visible, cientos de personas la visitan cada año motivadas por su fe.