La Encomienda de Tulancingo durante la conquista española.
A la llegada de los españoles, y la conquista de los pueblos que pertenecían al Imperio Azteca, Hernán Cortés había dispuesto otorgar encomiendas a españoles distinguidos, para mantener el control de los nativos y las tierras conquistadas.
La encomienda era la forma de tenencia de la tierra. Las encomiendas podían otorgarse por más de una vida, es decir, los hijos y a veces hasta los nietos, podían disfrutar de sus beneficios.
Para ello aprovecharía el sistema indígena de recaudación que ya estaba establecido, por lo que en cada uno de los principales poblados que debían dar tributo, otorgo encomiendas.
En un principio la encomienda de Tulancingo fue otorgada a Francisco Vargas, pero el rey español no autorizó ninguna encomienda y dio la orden a Cortés, para que revocara cualquier repartimiento o encomienda en toda la Nueva España.
En ese momento Tulancingo, como la mayoría de los pueblos de Mesoamérica, se encontraba organizado en Calpullis, sin embargo, esta provincia existía una segmentación muy particular, el territorio estaba dividido en dos parcialidades, Tlaixpa y Tlatoca, y a su vez, al interior de estas divisiones existían más subdivisiones.
Fue hasta 1526, que se otorgó la encomienda de Tulancingo a Francisco Terrazas, mismo año que fue construida la capilla de la expiración, en lo alto del barrio de Zapotlán, donde se creía, se encontraba la línea divisoria entre las dos parcialidades.
Por lo que, para la provincia de Tulancingo, se otorgaron dos encomiendas, a Francisco de Terrazas, le correspondió la parcialidad de Tlatoca de población nahua, y a Francisco de Ávila la de Tlaixpa, de población otomí.
Para el comendador se dispuso la construcción de una casona, en lo alto del cerro para poder observar las tierras que controlaba; las mercedes de tierra otorgadas fueron conformando la propiedad privada en el territorio de los pueblos.
Cada repartición de tierra debía ser de entre 600 a 800 varas desde el centro del pueblo, donde normalmente estaba ubicada la iglesia, de esta manera fueron fundados la mayoría de los poblados del valle de Tulancingo, que generalmente, recibieron el nombre de un Santo Patrono seguido de su antiguo nombre prehispánico.
A la jurisdicción de Tulancingo, le pertenecían 7 pueblos, cabeceras y doctrinas principales: San Miguel Acatlán, San Juan Guascazaloyan, Atotonilco el Grande, Acaxochitlán, San Agustín Tenango, Santa María Magdalena Tototepec y San Antonio Tzinhuilocan.
Durante la colonia, la economía de la región se basó en la agricultura y la ganadería, la mayor parte de las tierras pertenecían a españoles. Fray Agustín de Vetancurt, en su Teatro Mexicano menciona que existían 38 haciendas y ranchos donde se recogía abundante trigo, maíz, lenteja, y se criaba ganado mayor, mulas y caballos.
La Encomienda de Tulancingo se convirtió en un lugar muy próspero y la mayoría de españoles buscaban tierras en el valle por lo que, en los próximos siglos, la población aumentó, ejemplo de ello es un conteo parroquial de 1779, del archivo general de las Indias, establece que Tulancingo superaba los 10 mil habitantes, 48% eran indígenas, 28% mestizos y el resto, eran familias españolas.
Lic. Marco Antonio Mendoza Bustamante