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Huapalcalco en la creación del mundo Maya

Por Marco Antonio Mendoza Bustamante

El libro titulado “Literatura Maya”, está conformado por los principales textos de esta civilización, con una narración completa de su cultura, los lugares que habitaron y las rutas migratorias que utilizaron para llegar hasta el territorio de la actual Centroamérica.

El texto Anales de los cakchiqueles; llamado también Memorial de Sololá, Memorial de Tecpán-Atitlán, Manuscrito cakchiquel y Anales de los Xahil de los indios cakchiqueles; es un documento procedente de Sololá, en el vecino país de Guatemala; realizado a fines del siglo XVI e inicios del siglo XVII; y  es el primer manuscrito indígena conocido, de esa época.

La mayoría de su contenido fue escrito por integrantes del linaje Xahil; el autor de la primera parte fue Francisco Hernández Arana, nieto del rey cakchiquel Hun Ik’ y testigo de la Conquista en 1524; en 1573 empezó a transcribir las tradiciones de su linaje, y continuo hasta su muerte (1582). En 1583 Francisco Díaz, también del linaje Xahil, prosiguió la relación, registrando eventos del pueblo.

Inicia con declaraciones testimoniales de algunos herederos del linaje de los Xahil, después habla sobre el origen de los cakchiquel y posteriormente refiere sobre su salida de Tulan hacia la actual Guatemala; menciona los sitios que tocaron las tribus en su larga peregrinación, las guerras contra otros pueblos, la fundación de sus ciudades y, sobre todo, sus relaciones de paz y de guerra con los quiches, que fueron determinantes en su historia.

Es importante mencionar, la íntima relación entre Tula y Tulancingo, por su gran importancia para los Tolteca. Tullantzinco y Huapalcalco, fueron lugares de paso para quienes fueron los fundadores de la civilización Maya.

Luego de pasar por Memehuyú y Tacnahuyú, llegaron ante los hijos de Valil y de Tzunún, también ante Mevac y Nacxit, que era en verdad un gran rey; mejor conocido como Topiltzin Acxit Quetzalcóatl, mencionado en los documentos quiches y cakchiquel como el rey o emperador Nacxit, cuya corte se hallaba en Chichen Itza o Mayapan. Los príncipes indígenas de Guatemala hicieron varios viajes al “Oriente”, o sea a Yucatán, para recibir la investidura real de manos del Señor Nacxit.

Entonces los agasajaron y fueron electos Ahauh Ahpop y Ahpop Qamahay. Luego los vistieron, les horadaron la nariz y les dieron sus cargos y las flores: llamadas Cinpual. Y dirigiéndose a todos, dijo el Señor Nacxit, las siguientes palabras:

“Xati hotoba can ree vapal abah, t’oc chuvi vochoch”

Subid a estas columnas de piedra, entrad a mi casa

“Subid a estas columnas de piedra, entrad a mi casa. Os daré a vosotros el señorío, os daré las flores Cinpuval Taxuch. No les he concedido la piedra a otros”, agrego Nacxit.

Estas palabras son muy interesantes porque parecen referirse a las pirámides adornadas de columnas de piedra de Chichen Itzá, residencia de Nacxit Kukulcan y sus sucesores que tomaron el mismo título.

Hablando de la ciudad de Tollantzinco, dice Sahagún (Lib. X, cap. xxix) que sus habitantes:

“dejaron muchas antiguallas allí y un cu, que llamaban en mexicano Uapalcalli, el cual hasta ahora por ser trabajado en piedra y pena ha durado tanto tiempo”.

La expresión cakchiquel vapal abah resulta ser idéntica a la náhuatl, Huapalcalli, y ambas describen gráficamente las pirámides de Tollantzinco, Tula y Chichen Itzá.

De esta manera se culminó la ceremonia de otorgamiento del señorío en presencia de Nacxit y se pusieron a pronunciar cantos de alegría.

Así es la importancia que radica en Huapalcalco y Tulancingo, al ser enunciados en textos mayas, y su legado e historia rebasa fronteras, convirtiéndose en un llamado a valorar el lugar donde habitamos.