José Antonio Gómez y Olguín, el gran músico del México Independiente
Por Marco Antonio Mendoza Bustamante
José Antonio Gómez y Olguín nació en la Ciudad de México en 1805, en un México sometido por la corona española en donde, a pesar de los ánimos sociales, se convertiría en una de las figuras claves para entender y estudiar la práctica musical del naciente siglo XIX.
Estudió en la Colegiata de Guadalupe, y se dio a conocer desde muy joven como El Niño Gómez; a la edad de apenas 15 años se convirtió en el tercer organista de la Catedral Metropolitana de México, conocido por ser un pequeño músico virtuoso.
Su paso fue casi inmediato a segundo organista, para después, ganar con todos los votos, el puesto de primer organista, ostentándolo hasta 1865, con el cual firmó y compuso diversas piezas musicales a lo largo de más de 4 décadas.
En el 2003 la pianista y musicóloga, Lidia Gerberof recuperó de la Biblioteca del Palacio Real en Madrid, España; la que se considera como la primera obra del México Independiente conocida y de la que se mantienen las partituras completas: “Pieza histórica sobre la Independencia de la nación mexicana puesta en música para el piano-forte con acompañamiento de violín, flauta y violoncel”, escrita en 1823 por José Antonio Gómez y Olguín.
En dicha obra musical, Antonio Gómez narra y describe, tanto textual como musicalmente, los últimos acontecimientos de la independencia y el cómo se fueron suscitando, teniendo como figura principal a Agustín de Iturbide.
Esta obra es considerada como una ópera para piano, de una duración aproximada de 10 minutos sin interrupción y con 52 movimientos más que una marcha triunfal.
Entre otras obras musicales de Antonio Gómez, destacan las dedicadas a personajes como Antonio López de Santa Anna y Manuel Posadas y Garduño. Por otra parte, el célebre músico fue maestro de personajes ilustres de la música como Melesio Morales, quien lo llamaba »maestro de maestros’‘.
José Antonio Gómez y Olguín fue Decano del comité que seleccionaría la partitura del Himno Nacional Mexicano. También imprimió su propia revista musical llamada “Instructor Filarmónico”, además presentó en Palacio de Minería, su proyecto para la creación de un Conservatorio de Música.
El 14 de enero de 1866, junto a Aniceto Ortega y Tomás León, fundó la Sociedad Filarmónica Mexicana, institución que daría paso al Conservatorio Nacional.
Posterior a esto, se retiró a la ciudad de Tulancingo, donde pasaría 11 años de su vida como músico de la Catedral de nuestra ciudad, hasta su muerte registrada en 1876.
En Tulancingo se encuentra su legado de música sacra, mismo que se resguarda en el Archivo Histórico Musical de la Parroquia “El Sagrario de la Catedral”, además que su catálogo musical es mayormente extenso y variado, mismo que ha sido recuperado poco a poco de los archivos históricos de diversas iglesias de todo el país y que en su mayoría ha sido recobrado de la Catedral Metropolitana de México.