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Barra de opiniónLic. Lorenia Lira

Maximiliano en Tulancingo, 1865

Por Lorenia Lira

“Esta ciudad, que tiene un aspecto muy distinto al de Pachuca, agradó mucho a Maximiliano; excuso decir que allí, lo mismo que por doquiera, el Emperador fue recibido con grandes demostraciones de entusiasmo y de simpatía. Hizo los honores de la ciudad, el Sr. Obispo, además de las autoridades; y como de costumbre se nos sirvió una comida magnifica, con la originalidad de que cada una de las principales familias del lugar, ofreció un platillo a la vez que enviaron artísticas cestas conteniendo legumbres y frutas, pues Tulancingo es una localidad eminentemente agrícola, contrastando así con Pachuca, su vecina, donde no hay mas industria que las minas. El día 31, después de visitar las escuelas, la cárcel y el Hospital (…)

“ A la comida de ese día, fueron invitados el Obispo, el Presidente Municipal y los vecinos mas caracterizados (sic), habiendo puesto su Majestad, antes de sentarse a la mesa, en manos del obispo (Ormaechea) la Cruz del Comendador de la Orden de Guadalupe y en las del Presidente Municipal la del Oficial de la misma Orden.

Al día siguiente por la tarde se sirvió en un hermoso jardín, llamado jardín de Adalid, un banquete que ofrecieron al Emperador los artesanos de Tulancingo. Muy lúcido estuvo ese banquete que se sirvió el día 1 de Septiembre, los obreros se esmeraron en hacer los honores a su Majestad, y éste quedo muy complacido de aquella nueva demostración de simpatía. Además del Obispo y de las autoridades, ocuparon la mesa los obreros de mas categoría de Tulancingo, que se mostraron gozosos de haberse sentado en compañía de su Majestad. Después del banquete, el Emperador paseo por las frescas avenidas del Jardín, platicó cordialmente con algunos de los obreros que le fueron presentados por el Obispo y por el Presidente Municipal. Al obscurecer una larga comitiva de damas nos acompañó a nuestro alojamiento.

El día 2 de Septiembre a las 4 de la mañana salimos de Tulancingo, y después de caminar todo el día, llegamos a las 11 de la noche a Texcoco (…)”

(1) Blasio, José Luís. Maximiliano Íntimo. El Emperador Maximiliano y su corte. Memorias de un Secretario Particular. México, 1995, UNAM
Segunda y tercera imagen: bajo resguardo en el Archivo histórico de Tulancingo.