Desconocimiento de la ley obliga a mujeres violentadas a no abandonar sus hogares
A pesar de que la figura jurídica de “Abandono de Hogar” desapareció en marzo de 2011, debido a una reforma a la Ley para la Familia del Estado de Hidalgo y el Código de Procedimientos Familiares de Hidalgo, muchas mujeres que son violentadas no dejan su domicilio por miedo a ser demandadas, señaló el juez conciliador de Tulancingo, Ricardo Islas López.
Indicó que aún hay muchas mujeres que desconocen esa reforma y pese a que son violentadas por parte de sus parejas, no se atreven a abandonar el domicilio por temor a que les finquen una responsabilidad jurídica.
“El abandono del domicilio conyugal era una causal de divorcio necesario, figura que ahora ya no existe, ya que el 31 de marzo de 2011 se reformó la Ley para la Familia del Estado de Hidalgo y en el Código de Procedimientos Familiares, desapareció el divorcio voluntario y divorcio necesario, entrando en vigor el divorcio encausado, que es el divorcio unilateral y bilateral, que son las figuras que actualmente existen”.
A diario, dijo Islas López, acuden a su oficina mujeres que se salieron del domicilio conyugal por cuestiones de violencia y proceden a levantar un acta para que se quede como antecedente.
“Muchas levantan el acta para sentar un antecedente, generalmente las causas tienen que ver con violencia física o psicológica tanto a la mujer como a los hijos menores, en el entorno familiar”
El funcionario, estimó que de los casos que atiende el Juzgado Conciliador, 50 por ciento es por violencia e involucran a mujeres de entre 19 y 30 años de edad, que vivían en unión libre.
“Las mujeres que sean violentadas por parte de sus cónyuges pueden iniciar su carpeta por violencia ante el Ministerio Público o acudir al Juzgado Civil y Familiar, para demandar la guardia y custodia y la pensión alimenticia respecto a los menores”.
Finalmente, Islas López exhortó a las féminas a que no se dejen intimidar por sus parejas, pues aun cuando ya no existe la figura de abandono de hogar, suelen llegar con el temor por la amenaza del cónyuge de demandarla