Los masones en Tulancingo
Los orígenes de la masonería en México se remontan a finales del siglo XVIII, cuando llegaron a nuestro país un nutrido número de franceses de la corte del virrey, algunos escapando de la represión europea contra los jacobinos. La primera logia formal, sin embargo, la fundó Enrique Muñiz en la casa no.5 de la calle de las ratas (ahora Bolívar núm.73), en la Ciudad de México, domicilio del regidor Manuel Luyando.
Se establecieron dos ritos: los yorkinos encabezados por Poinssett, el embajador de Estados Unidos en México y los escoceses dirigidos por Don Nicolás Bravo. Entre yorkinos y escoceses se entabló una terrible lucha política cuyas características se agudizaron hacia 1827, cuando los españoles se organizaron para recuperar a México a través del padre Joaquín Arenas, lo que desencadenó la expulsión de los españoles de nuestro país
Ante la imposibilidad de una reconciliación se creó en agosto de 1825 una nueva logia: rito independiente, sin embargo en la práctica dio su apoyo a los yorkinos, fortaleciéndolos aún más.
Crecieron los conflictos interlogiales y la lucha ideológica se entabló desde la prensa: el Sol Tribuna de los escoceses y el Águila Negra de los yorkinos.
En el país, la opinión generalizada era que el verdadero poder estaba en manos de los partidos masónicos, en particular de los yorkinos y que el presidente Guadalupe Victoria era juguete de todos.
La aprobación de la ley de expulsión de españoles (publicada el 20 de diciembre de 1827) supuso una derrota más para los escoceses quiénes en su mayoría se negaron a ratificarla en el Congreso, su prestigio político declinaba aceleradamente por razones de una innegable asociación con la causa española, el conflicto armado entre las dos logias se veía como una clara posibilidad.
Según Armida Iturriaga en su Tesis La Rebelión de Tulancingo, 3 días después de publicada la ley de expulsión el levantamiento escocés estaba en marcha. Era un levantamiento esperado y largamente planeado por los escoceses. Y tal levantamiento fue en Tulancingo, encabezado por Nicolás Bravo, obviamente fue en nuestra ciudad porque era el territorio en el que Bravo había estado desde 1820, y eso suponía para él apoyos.
La rebelión de Tulancingo o de Montaño significaba para Bravo la última oportunidad de alcanzar el poder y la influencia perdida.
Los aspectos militares se concentraron en Tulancingo. La revuelta fracasó cuando en el primer combate cayeron prisioneros Bravo y Montaño, entre otros, produciendo gran desconcierto entre los conspiradores antes de enviar las tropas al mando de Vicente Guerrero, se hicieron intentos por negociar con los rebeldes. Se instó a Bravo de retractarse. Bravo contaba en Tulancingo con 300 hombres, Guerrero con 2,000.
El inicio del conflicto fue el 6 de enero y el 7 Tulancingo fue tomado, en parte por la traición de Santa Ana.
Bravo fue hecho prisionero, juzgado y expulsado del país, aunque después regresaría. Poinsett celebró la derrota de los escoceses.
Las causas principales de la derrota de Tulancingo residieron en la mala organización de la revuelta, en la división entre los sublevados y las traiciones de muchos militares, especialmente de Santa Ana.
Lorenia Lira