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Barra de opiniónLic. Lorenia Lira

Tulancingo en la Revolución

Como es sabido, la revolución mexicana podría dividirse en varias etapas, la primera obviamente corresponde a Madero en contra de Porfirio Díaz. Hubo pocas batallas entre ambos bandos y sobre todo siempre se ha pensado que fueron al norte del país en donde estaban los caudillos adeptos a Francisco Madero.

En Hidalgo, y específicamente en Tulancingo estuvo el General Gabriel Hernández quién en mayo de 1911 logró tomar a nuestra ciudad, lo que llevó a todo el estado al sentimiento anti reeleccionista. Entre el 14 y el 15, cuando se conoció del triunfo de Hernández, en todo el estado hubo manifestaciones de apoyo para Madero, pero sobre todo de repudio al régimen porfirista, más tarde, Hernández tomaría también a Pachuca.

Al igual que todo el país, Tulancingo fue sacudido por la Revolución Mexicana. No sólo por las repercusiones económicas, sino por las constantes batallas que se libraron en nuestra ciudad. De hecho, en los libros de historia, uno de los antecedentes más importantes de la Revolución es, el Primer Congreso Agrícola de Tulancingo, organizado por el Obispo Don José Mora del Río, en dónde se hablaba ya de los peligros inminentes que suponía el hecho de acasillar a los peones.

Las batallas llegaron a nuestra ciudad hasta la segunda fase de la revolución, es decir, la comandada por el Ejército Constitucionalista, los carrancistas, los villistas, los obregonistas, etc.

El 26 de noviembre de 1914, Tulancingo fue tomado de forma pacífica por fuerzas carrancistas al mando del general Francisco Cosío Robelo, pero al entrar los trenes con la tropa a la ciudad, fueron atacados de forma sorpresiva por un grupo villista del general tulancinguense Matías Méndez (amigo personal de Felipe Ángeles), y el mayor Sealtier Zárate. El ataque fue repelido por  los carrancistas y lograron expulsar a los villistas. El general Cosío Robelo se sintió traicionado por las autoridades municipales a las que había pedido información antes de entrar a la ciudad y descargó su ira contra la población civil, que fue objeto de desmanes, vejaciones y saqueos por parte de la tropa. Ejemplo de lo anterior fue la Catedral, que se convirtió en caballeriza y todo su inmobiliario quemado en el atrio. Según la historia oral, los santos fueron despojados de su ropa y colgados en los árboles de la Floresta.

Con ese mismo motivo, el de la supuesta traición de las autoridades municipales y la población civil, el primero de diciembre de ese mismo año Cosío Robelo pasó por las armas al juez, el tesorero y al administrador de renta del municipio, según algunas versiones en las afueras de estación de Tortugas, rumbo a Apulco; de acuerdo a otras fueron fusilados en el Cerro del Tezontle. Los nombres de los mártires son: Manuel S. Rodríguez Madariaga, Julián Aguilar, Eduardo Ponce. Tulancingo les dio el nombre de mártires pues de acuerdo a la voz popular, nada de lo que se les imputó fue cierto y fueron víctimas de la injusticia.

Por Lorenia Lira

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