NQ Radio sin límites
Barra de opiniónLic. Marco Antonio Mendoza Bustamante

Los Mexicas y la corrupción.

Hablar de corrupción en México es entrar a un laberinto sin salida. Un problema multifactorial que frena el crecimiento de nuestro país. No sólo eso, se trata de un grave problema, que de acuerdo con diversos estudios, le cuesta a nuestro país más de 100 mil millones de pesos al año.

La corrupción la encontramos manifestada en distintos actos y niveles, desde el conductor que da mordida a un policía para que no lo infraccione cuando transita a altas velocidades; hasta el funcionario que hace suyo indebidamente dinero público, en detrimento de obras y acciones de interés colectivo.

¿Pero, por qué la corrupción ha permeado en la sociedad y sistema político mexicano? ¿Qué hace falta para acabar con este flagelo? ¿Qué lecciones nos da la historia acerca de este lamentable problema que en pleno siglo XXI se ha convertido en un lastre? ¿Cómo combatir la corrupción?

Octavio Paz sugería que la corrupción en México tiene sus raíces en la Colonia. Los mexicanos vivimos 300 años subyugados por miles de normas creadas desde Europa y que nada tenían que ver con la cultura y tradición de nuestro pueblo. Tres siglos en los que fue permeando una cultura de negociación para incumplir leyes que eran discriminatorias y racistas.

Antes de la conquista, para los mexicas, la corrupción estaba prohibida. La consecuencia era contundente y el castigo ejemplar. Por ejemplo, a los nobles que robaban dinero de los impuestos o tributos les esperaba la muerte. Lo mismo ocurría con los recaudadores que cobraban más tributos de lo debido con el propósito de enriquecerse y a las autoridades encargadas de resolver los conflictos de carácter civil que recibían sobornos.

Desde luego que en pleno siglo XXI este tipo de castigos resultaría anacrónico, sin embargo vale la pena aprender de este gran pueblo la severidad con la que reprendían esta conducta y que  era una sociedad estricta cuya educación desde temprana edad se basaba en los valores como la rectitud, la obediencia y la honestidad.

Vayamos al México de hoy: Durante 2016 se aprobó el Sistema Nacional Anticorrupción que estará conformado por un Comité Coordinador y un Comité de Participación Ciudadana, que se coordinarán entre sí para cumplir con las políticas en materia de prevención, corrección, combate a la corrupción y promoción de la integridad pública. Adicionalmente, la Auditoría Superior de la Federación podrá auditar en tiempo real e investigar y sustanciar las faltas administrativas graves y los hechos de corrupción.

Grandes retos enfrentará México para implementar con éxito este modelo:

Castigos ejemplares y cero tolerancia a ciudadanos o servidores públicos que cometan o fomenten actos de corrupción. Participación activa de la ciudadanía para evidenciar estos actos.

Hoy gracias a las redes sociales y la internet, toda la información es pública y cada celular y cada cámara se convierte en un observatorio de los actos de nuestras autoridades. Extensión de sus mecanismos y efectos a todos los municipios de nuestro país que durante mucho tiempo han sido percibidos como paraísos para la corrupción.

Uso eficaz de la tecnología para la presentación de denuncias y quejas que, a su vez, contribuya a recuperar la confianza de la ciudadanía hacia las instituciones.

Verdadera separación de competencias y atribuciones para que las autoridades encargadas de investigar los hechos de corrupción no sean, a su vez, sus propios jueces.

Podríamos continuar enunciando y generando propuestas. Pero la pregunta es: ¿quién va a cuidar a quién cuidará que no haya corrupción en México?. La respuesta es simple: Todos tenemos algo que hacer, seamos reflexivos, cambiemos, levantemos la voz, no permitamos ser parte de esta cadena interminable que se ha convertido en un círculo vicioso. Demos buen ejemplo a nuestros hijos, porque el que da buen consejo construye con una mano, el que da buen consejo y buen ejemplo construye con las dos, pero el que da buen consejo y mal ejemplo, construye con una y destruye con la otra.

Quizá todo esto se escuche idealista, pero creo firmemente que la corrupción tiene cura. Ya lo dijera Concepción Arenal «No es tan culpable el que desconoce un deber como el que lo acepta y lo pisa. … Vamos pues a construir por México, con las dos manos…

Marco Antonio Mendoza Bustamante