«La tumba de la fuente eterna». Una historia del cementerio San Miguel de Tulancingo.
Con el paso del tiempo, el cementerio San Miguel de Tulancingo, Hidalgo, se ha tornado más interesante en el aspecto histórico, esto, por la cantidad de tumbas que datan del siglo XIX y que muchos de ellas, son un auténtico misterio.
En este caso, nos enfocaremos en la tumba de: Remigio de la Fuente: Hombre que al parecer se dedicaba a la fabricación de fuentes y que murió el 14 de octubre de 1905. No se sabe si de la Fuente era su apellido, o lo adquirió por el oficio que desempeñaba.
La tumba de don Remigio de la Fuente, a simple vista, parece una tumba sencilla, sin embargo, al mirarla con detenimiento, pareciera que el féretro está sobre la tierra y que contiene los restos de una persona de baja estatura, pero no es así, eso que parece un féretro, es un recipiente de unos 20 centímetros de profundidad que, al desplazar la tapa, se puede ver y sentir el agua cristalina y fría, con algunas pequeñas piedras y arena al fondo.
El personal del cementerio, dice que ese recipiente siempre está tapado y sólo deslizan la tapa, de vez en cuando, para verificar si tiene agua, nunca le han sacado esa agua por temor y respeto al difunto, e igualmente, nadie ( ningún ser humano) le pone agua.
Sin duda alguna, este singular suceso pudiera tener una explicación científica, pero mientras eso sucede, hay un hecho que nos dice que: Sin importar la fecha del año, la tumba de Don Remigio, que se dedicaba a la fabricación de fuentes, parece ser una fuente eterna, y su ofició le acompaña en la eternidad.
Por Juan José Caballero
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