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Barra de opiniónLic. Lorenia Lira

Maximiliano de Habsburgo en Tulancingo.

Hace 150 años, en diciembre de 1866, la comitiva de Maximiliano pasó por Tulancingo, en franca retirada hacía Veracruz. Según el libro “Anales mexicanos: la Reforma y el Segundo Imperio” escrito por Agustín Rivera,  en nuestra ciudad el cuerpo belga había recibido ya la orden de disolverse, Bazaine les había ofrecido el pasaje a Europa, casi todos aceptaron la oferta y evacuaron la ciudad hacia Veracruz. Aquí estaba también el destacamento austriaco y el príncipe Salm Salm del que hablaremos en otro artículo.

Apenas un año antes, en 1865  el Segundo Emperador de México, Maximiliano de Habsburgo viajó a lo que actualmente es territorio Hidalguense. El 24 de Agosto salió con su comitiva a San Lázaro (actual sede del Congreso) en dónde se embarcó (si, todavía existía el Lago) hacia Texcoco. De San Lázaro salieron a las 7 de la noche y a Texcoco llegaron a las 7 de la mañana. En Texcoco visitaron la Hacienda de Chapingo. De allí se encaminaron hacía San Juan Teotihuacan; Maximiliano visitó las Pirámides de la Luna y del Sol. El recorrido continúo hacia Otumba, a la Hacienda de los Reyes, propiedad de la familia Adalid, en donde Maximiliano conoció a Zorrilla el autor del “Tenorio”.

El 26 de Agosto Salieron de la Hacienda de los Reyes hacia Zempoala y después  a Pachuca,  donde ya los esperaba el Ayuntamiento completo y el Señor Wald, Director de la Compañía Inglesa Minera.

El 28 de de Agosto visitó Real del Monte y la Hacienda de Regla. El 29 visitó las principales minas de Pachuca. El 30 de Agosto salen a las 6 de la mañana hacía Tulancingo llegando a las 4 de la tarde a Tulancingo. A partir de aquí voy a citar textualmente a José Luís Blasio (1), describiendo la visita de Maximiliano a nuestra ciudad:

“Esta ciudad, que tiene un aspecto muy distinto al de Pachuca, agradó mucho a Maximiliano; excuso decir que allí, lo mismo que por doquiera, el Emperador fue recibido con grandes demostraciones de entusiasmo y de simpatía. Hizo los honores de la ciudad, el Sr. Obispo, además de las autoridades; y como de costumbre se nos sirvió una comida magnifica, con la originalidad de que cada una de las principales familias del lugar, ofreció un platillo a la vez que enviaron artísticas cestas conteniendo legumbres y frutas, pues Tulancingo es una localidad eminentemente agrícola, contrastando así con Pachuca, su vecina, donde no hay mas industria que las minas. El día 31, después de visitar las escuelas, la cárcel y el Hospital (…)

“ A la comida de ese día, fueron invitados el Obispo, el Presidente Municipal y los vecinos más caracterizados (sic), habiendo puesto su Majestad, antes  de sentarse a la mesa, en manos del obispo (Ormaechea) la Cruz del Comendador de la Orden de Guadalupe y en las del Presidente Municipal la del Oficial de la misma Orden.

Al día siguiente por la tarde se sirvió en un hermoso jardín, llamado jardín de Adalid, un banquete que ofrecieron al Emperador los artesanos de Tulancingo. Muy lúcido estuvo ese banquete que se sirvió el día 1 de Septiembre, los obreros se esmeraron en hacer los honores a su Majestad, y éste quedo muy complacido de aquella nueva demostración de simpatía. Además del Obispo y de las autoridades, ocuparon la mesa los obreros de mas categoría de Tulancingo, que se mostraron gozosos de haberse sentado en compañía de su Majestad. Después del banquete, el Emperador paseo por las frescas avenidas del Jardín, platicó cordialmente con algunos de los obreros que le fueron presentados por el Obispo y por el Presidente Municipal. Al obscurecer una larga comitiva de damas nos acompañó a nuestro alojamiento.

 

El día 2 de Septiembre a las 4 de la mañana salimos de Tulancingo, y después de caminar todo el día, llegamos a las 11 de la noche a Texcoco (1)”

  • Blasio, José Luís. Maximiliano Íntimo. El Emperador Maximiliano y su corte. Memorias de un Secretario Particular. México, 1995, UNAM

Maestra Lorenia Lira